Coyotas

Coyotas

El abrazo dulce del desierto sonorense

Las coyotas son el tipo de postre que parece salido del recuerdo de una abuela, de una tarde lenta y soleada, o de un viaje a Sonora donde el pan sabe a historia. Estas galletas grandes, rellenas de piloncillo y con un toque mantequilloso inconfundible, nacieron en Hermosillo hace más de un siglo, como un antojo sencillo que se volvió tradición.

Su nombre tiene un origen curioso: en la época colonial, se le decía “coyota” a la hija mestiza de española e indígena, lo cual evoca el mestizaje de ingredientes que también define esta receta. Las coyotas son rústicas, dulces, crujientes por fuera y suaves por dentro. Son la prueba de que lo simple puede ser absolutamente delicioso.

(para 8 coyotas grandes)

Para la masa:

  • 3 tazas de harina de trigo
  • 3/4 de taza de manteca vegetal o manteca de cerdo
  • 1/2 taza de azúcar
  • 1/2 taza de agua fría
  • 1 cucharadita de polvo para hornear
  • 1 pizca de sal

Para el relleno:

  • 1 taza de piloncillo rallado o triturado
  • 1/2 cucharadita de canela en polvo
  • 1 cucharadita de agua

Preparación (paso a paso)

Hornea: Coloca en una charola con papel encerado. Pínchalas un poco con un tenedor por encima y hornea a 180°C durante 20-25 minutos, hasta que estén doradas.

Prepara el relleno: Mezcla el piloncillo rallado con la canela y un chorrito de agua, solo lo suficiente para formar una pasta espesa. Reserva.

Haz la masa: En un tazón grande, mezcla la harina, el polvo para hornear, azúcar y sal. Agrega la manteca y mezcla con las manos hasta obtener una textura arenosa. Incorpora el agua poco a poco hasta formar una masa suave pero firme.

Forma las coyotas: Divide la masa en bolitas y extiéndelas formando discos de aproximadamente 12 cm de diámetro. Coloca una cucharada de relleno en el centro de uno de los discos, cubre con otro disco y sella los bordes presionando con un tenedor. Si lo prefieres, puedes dejarlas ligeramente abiertas para que se asome el relleno y resulten aún más antojables.


Presentación

Sirve las coyotas tibias o frías, acompañadas de un café de olla, un atole o hasta con helado de vainilla para un contraste de texturas. Si las empacas en papel kraft con listón, ¡tienes un regalo comestible perfecto!


Consejo del Chef Mike

“Las coyotas me recuerdan que lo casero tiene magia. Si no tienes piloncillo, puedes usar azúcar morena con canela, pero el piloncillo es el alma. Y no te preocupes si no quedan perfectas: entre más rústicas se vean, más se sienten hechas con cariño. Haz de más… porque nadie se come solo una.”

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